miércoles, 10 de junio de 2015

Sólo es fútbol.

Créeme cuando te digo, amigo, que hay quien no lo entiende. Pero me alegré doblemente.

Me alegré por ver vuestra felicidad, la de mis amigos, la de la gente a la que quiero y me quiere. No eran mis colores, o mejor dicho sí lo son, pero no los de mi equipo. Y aún así me alegré por vuestro éxito. Merecido, tras años de sufrimiento. Os he visto ir al campo con ilusión, y volver tristes. Os vi preparando largos viajes, con una camiseta y una bufanda por todo equipaje. Y ahora volvéis felices y me alegro.

Y me alegré al poco tiempo por los míos. Esto es más fácil de entender.

Pero llevando la vista atrás uno se da cuenta, buen amigo, de lo poco que hace falta para bajarse de la burra. Han sido días de nerviosismo, de tensión y de tristeza. Y de alegría por lo que pudo ser y no fue. 

Lo primero sólo es fútbol, y esto último la vida. Esa que nos tiene reservadas alegrías y penas sin medida. Esa que nos da palos de vez en cuando y nos enseña que algunos de los que más nos duelen se los llevan otros. Esa que nos enseña una de las mayores verdades: siempre hay otro más jodido que tú.

Hago balance, amigo, y me quedo satisfecho de lo que pudo ser y no fue; triste de lo que fue y pudo no ser; alegre de verte feliz; atento a lo que necesites.